Hola! Este sitio está destinado a acompañar mis mates de las 6 de la tarde (generalmente a las 6, pero el horario puede ser otro sin alterar sustancialmente el asunto), con música, reflexiones, y algún que otro comentario...en fin, lo que me parezca de alguna utilidad...







jueves, 31 de marzo de 2011

Escritos - Manuel Ferreira

II

Una tarde gris,
como últimamente las han sido todas.
Afuera, el perenne trajín de la calle
ciego, inconcluso, indefinido.
Adentro, el perenne trajín de recuerdos
vanos, nostálgicos.
Ha nacido una lágrima!
Saborea mi mejilla
como alguna vez tus dedos,
saborea mis labios,
como alguna vez los tuyos,
cae rotundamente,
junto a los veranos que pasé inventando tus besos,
a las noches que le hablaba en sueños a tu alma,
las jornadas que pasé aprendiéndote
para el tiempo en que llegaras.
No te dije que me ames,
no se si lo quería.
Solo tus pies
enroscados en la sábana,
el cenicero en la mesa de luz,
las pantuflas al pie de la cama,
esos ojos verdes,
tu cintura dibujando curvas,
tu silencio.
Ha nacido una lágrima de mis entrañas,
y ésta ha de quedarse.

  
Manuel Ferreira, Escritos 

Escritos - Manuel Ferreira

I
Solo los niños.
Desde el banco de la plaza,
bajo los tonos,
primogénitos del crepúsculo,
las palomas se alejan,
yerguen sus alas,
indiferentes.
Ella las ve, y vuela (él no).
No distingue aún
lo sido y lo visto.

Ella vuela,
él, desde el banco de la plaza
respira hondo,
y la pena se asienta, lentamente
sobre el sueño fruncido.

Ella, con ternura,
sin decir nada
lo mira (desde el aire)
lo abraza (con la brisa)
lo abarca (con su aroma fresco)
lo inunda (con su amor).

Él la necesita,
para respirar, por fin,
puro,
ella, mientras pueda,
será la Musa
que lo hará recordar,
que se puede volar con las palomas,
que se puede aún querer,
y abrazar, y abarcar todo
como el viento.

Manuel Ferreira, Escritos
  

jueves, 24 de marzo de 2011

Final - Juan Gelman

La poesía no es un pájaro.
                                        Y es.
No es un pulmón, el aire, mi camisa,
no, nada de eso. Y todo eso.
                                            Sí.
He roto un violín contra el crepúsculo
para ver qué pasaba,
me fui a la piedra y pregunté qué pasa.
Pero no. Pero no.
                           Aún no.
¿Me olvidé acaso del pañuelo aquel
donde gira en silencio un vals antiguo?
No lo olvidé, miradme la mejilla
y os daréis cuenta, no, no lo olvidé.
¿Me olvidé del caballo de madera?
Tocadme el niño y me diréis que no.
¿Y entonces, qué?
                             La poesía es una manera de vivir.
Mira a la gente que hay a tu costado.
¿Ama? ¿Sufre? ¿Canta? ¿Llora?
Ayúdala a luchar por sus manos, sus ojos, su boca,
por el beso para besar y el beso para regalar,
por su mesa, su cama, su pan, su letra a y su letra h,
por su pasado -¿acaso no fueron niños?-
por su porvenir - ¿acaso no serán niños?-
por su presente, por el trozo de paz, de historia
y de dicha que le toca
por el pedazo de amor grande, chico, triste, alegre,
que le toca, por todo lo que le toca y se le arrebata
en nombre de qué, de qué?
Tu vida entonces será un río innumerable que se llamará
pedro, juan, ana, maría, pájaro, pulmón, el aire, mi camisa,
violín, crepúsculo, piedra, pañuelo aquél, vals antiguo,
caballo de madera.
       La poesía es esto.
                                   Y luego escríbelo.

 Juan Gelman, Violín y otras cuestiones (1956)

lunes, 14 de marzo de 2011

El cuidador de rebaños - Alberto Caeiro

                    XXXI

Si digo a veces que las flores sonríen
Y si dijese que los ríos cantan,
No es porque yo crea que hay una sonrisa en las flores
Y canciones en el curso de los ríos...
Es porque así hago sentir más a los hombres falsos
La existencia verdaderamente real de las flores y los ríos.

Porque escribo para que ellos lean, me sacrifico a veces
A su estupidez de sentidos...
No estoy de acuerdo conmigo pero me absuelvo,
Porque solo soy esa cosa seria, un intérprete de la
                   Naturaleza,
Porque hay hombres que no perciben su lenguaje,
Porque ella no es ningún lenguaje.

 Alberto Caeiro (Fernando Pessoa), El cuidador de rebaños