II
Una tarde gris,
como últimamente las han sido todas.
Afuera, el perenne trajín de la calle
ciego, inconcluso, indefinido.
Adentro, el perenne trajín de recuerdos
vanos, nostálgicos.
Ha nacido una lágrima!
Saborea mi mejilla
como alguna vez tus dedos,
saborea mis labios,
como alguna vez los tuyos,
cae rotundamente,
junto a los veranos que pasé inventando tus besos,
a las noches que le hablaba en sueños a tu alma,
las jornadas que pasé aprendiéndote
para el tiempo en que llegaras.
No te dije que me ames,
no se si lo quería.
Solo tus pies
enroscados en la sábana,
el cenicero en la mesa de luz,
las pantuflas al pie de la cama,
esos ojos verdes,
tu cintura dibujando curvas,
tu silencio.
Ha nacido una lágrima de mis entrañas,
y ésta ha de quedarse.
Manuel Ferreira, Escritos
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