Hola! Este sitio está destinado a acompañar mis mates de las 6 de la tarde (generalmente a las 6, pero el horario puede ser otro sin alterar sustancialmente el asunto), con música, reflexiones, y algún que otro comentario...en fin, lo que me parezca de alguna utilidad...







lunes, 25 de julio de 2011

La terrible sinceridad - Roberto Arlt

Me escribe un lector:
"Le ruego me conteste, muy seriamente, de qué forma debe vivir uno para ser feliz".
Estimado señor: si yo pudiera contestarle, seria o humorísticamente, de qué modo debe vivirse para ser feliz, en vez de estar pergeñando notas, sería, quizá, el hombre más rico de la tierra, vendiendo, únicamente a diez centavos, la fórmula para vivir dichoso. Ya ve qué disparate me pregunta.
Creo que hay una forma de vivir en relación con los semejantes y consigo mismo, que si no concede la felicidad, le proporciona al individuo que la practica una especie de poder mágico de dominio sobre sus semejantes: es la sinceridad.
Ser sincero con todos, y más todavía consigo mismo, aunque se perjudique. Aunque se rompa el alma contra el obstáculo. Aunque se quede solo, aislado y sangrando. Ésta no es una fórmula para vivir feliz, creo que no; pero sí lo es para tener fuerzas y examinar el contenido de la vida, cuyas apariencias nos marean y nos engañan de continuo.
No mire lo que hacen los demás. No se le importe un pepino de lo que opine el prójimo. Sea usted, usted mismo sobre todas las cosas, sobre el bien y sobre el mal, sobre el placer y sobre el dolor, sobre la vida y la muerte. Usted y usted. Nada más. Y será fuerte como un demonio entonces. Fuerte a pesar de todos y contra todos. No importe que la pena lo haga dar la cabeza contra una pared. Interróguese siempre, en el peor minuto de su vida, lo siguiente:
- ¿Soy sincero conmigo mismo?
Y si el corazón le dice que sí, y tiene que tirarse a un pozo, tírese con confianza. Siendo sincero no se va a matar. Esté seguirísimo de eso. No se va a matar, porque no se puede matar. La vida, la misteriosa vida que rige nuestra existencia, impedirá que usted se mate tirándose al pozo. La vida, providencialmente, colocará, un metro antes de que usted llegue al fondo, un clavo donde se engancharán sus ropas, y...usted se salvará.
Me dirá usted: "¿Y si los otros no comprenden que soy sincero?" ¡Qué se le importa a usted de los otros! La tierra y la vida tienen tantos caminos con alturas distintas, que nadie puede ver a más distancia de la que le dan sus ojos. Aunque suba a una montaña, no verá un centímetro más lejos de lo que le permita ver su vista. Pero, escúcheme bien: el día en que los que lo rodean se den cuenta de que usted va por un camino no trillado, pero que marcha guiado por la sinceridad, ese día lo mirarán con asombro, luego con curiosidad. Y el día en que usted, con la fuerza de su sinceridad, les demuestre cuántos poderes tiene entre sus manos, ese día serán sus esclavos espirituales, créalo.
Me dirá usted: "¿Y si me equivoco?" No tiene importancia. Uno se equivoca cuando tiene que equivocarse. Ni un minuto antes, ni un minuto después. ¿Por qué? Porque así lo ha dispuesto la vida, que es esa fuerza misteriosa. Si usted se ha equivocado sinceramente, lo perdonarán. O no lo perdonarán. Interesa poco. Usted sigue su camino. Contra viento y marea. Contra todos, si es necesario ir contra todos. Y créame, llegará un momento en que usted se sentirá más fuerte, que la vida y la muerte se convertirán en dos juguetes entre sus manos. Así, como suena. Vida. Muerte. Usted va a mirar esta taba que tiene tal reverso, y de una patada la va a tirar lejos de usted. ¿Qué se le importan los nombres, si usted, con su fuerza, está más allá de los nombres?
La sinceridad tiene un doble fondo curioso. No modifica la naturaleza intrínseca del que la practica, y sí le concede una especie de doble vista, sensibilidad curiosa, y que le permite percibir la mentira, y no sólo la mentira, sino los sentimientos del que está a su lado.
Hay una frase de Goethe, respecto de este estado, que vale un Perú. Dice:
"Tú que me has metido en este dédalo, tú me sacarás de él".
Es lo que anteriormente le decía.
La sinceridad provoca en el que la practica lealmente, una serie de fuerzas violentas. Éstas fuerzas solo se muestran cuando tiene que producirse eso de: "Tú que me has metido en este dédalo, tú me sacarás". Y si usted es sincero, va a percibir la voz de esas fuerzas. Ellas lo arrastrarán, quizá, a ejecutar actos absurdos. No importa. Usted los realiza. ¿Que se quedará sangrando? ¡Y es claro! Todo cuesta en esta tierra. La vida no regala nada, absolutamente. Todo hay que comprarlo con libras de carne y sangre.
Y de pronto descubrirá algo que no es la felicidad, sino un equivalente a ella. La emoción. La terrible emoción de jugarse la piel y la felicidad. No en el naipe, sino convirtiéndose usted en una especie de emocionado naipe humano que busca la felicidad, desesperadamente, mediante las combinaciones más extraordinarias, más inesperadas. ¿O qué se cree usted? ¿Que es uno de esos multimillonarios norteamericanos, ayer vendedores de diarios, más tarde carboneros, luego dueños de circo, y sucesivamente periodistas, vendedores de automóviles, hasta que un golpe de fortuna lo sitúa en el lugar en que inevitablemente debía estar?
Esos hombres se convirtieron en multimillonarios porque querían ser eso. Con eso sabían que realizaban la felicidad de su vida. Pero piense usted en todo lo que se jugaron para ser felices. Y mientras no se producía lo efectivo, la emoción, que derivaba de cada jugada, los hacía más fuertes. ¿Se da cuenta?
Vea amigo: hágase a base de sinceridad, y sobre esa cuerda floja o tensa, cruce el abismo de la vida, con su verdad en la mano, y va a triunfar. No hay nadie, absolutamente nadie, que pueda hacerlo caer. Y hasta los que hoy le tiran piedras, se acercarán mañana a usted para sonreírle tímidamente. Créalo amigo: un hombre sincero es tan fuerte que solo él puede reírse y apiadarse de todo.

Aguafuertes porteñas, Roberto Arlt

sábado, 4 de junio de 2011

¿Qué es la filosofía?

Para responder esta pregunta, no sería conveniente enfrentarla directamente, sino dando un par de rodeos. Recurro a esta estrategia, porque, en realidad, no creo poder satisfacer su demanda, es decir, dar una definición. Intentarlo, supondría que la filosofía es algo.  Mejor, supondría que se trata de una serie de contenidos referidos a algo, una suerte de cosa que sería lo filosófico.
Sin necesidad de ir más lejos, pareciera que la filosofía entonces es absolutamente inútil, ya que no se refiere a nada. Pero, para no adscribir precipitadamente a su carta de defunción, habría que preguntar tal vez qué es lo que hacen aquéllos que se hacen llamar filósofos.
Generalmente, los que hacen filosofía, podrían darnos varias descripciones de su labor. Algunos piensan que se trata del estudio de la verdad; o acaso el desarrollo de un enfoque con un cierto afán totalizador, que permitiría contemplar “la totalidad de las cosas”. Otros piensan que es la madre de las ciencias, que conoce objetos de una jerarquía superior (tal vez por ese mismo afán totalizador), por lo que éstas deberían ser disciplinas subordinadas a ella. Contra éstos hay los que piensan que la filosofía debería limitarse a engarzar y organizar el conocimiento de la ciencia en una estructura lógica. También están los que dicen estudiar cosas que trascienden nuestra experiencia, y por ende el tiempo. Otros dirán que se estudia la naturaleza del lenguaje, cómo funciona y cómo condiciona nuestro pensamiento imponiendo categorías. Además, quedan otros que dicen que la filosofía consiste en conocer nuestra circunstancia, nuestra existencia efectiva como hombres y seres concretos y situados en la historia.
 Y efectivamente, en gran medida, los que se denominan filósofos intentan este tipo de cosas, o relatan los diversos ensayos que se realizaron a lo largo del tiempo por conseguir estas metas. Como puede verse, y fuera de la simpatía que pueda generar uno u otro modo de hacer filosofía, no sirve de mucho preguntar por lo que los filósofos hacen, porque ellos mismos suponen la existencia de un algo que sería  lo filosófico, y como tienen diferencias sobre qué puede llegar a ser esto, hacen cosas distintas, y en algunos casos hasta niegan el status de filósofos a otros colegas.
Ahora bien, creo que hay que ahondar un poco más esta cuestión. Hasta el momento, tenemos que las preguntas por el qué es, y por el qué se hace, se muestran un tanto desviadas, o no suficientes. Por eso, creo que la pregunta que se acercaría al nervio de la cuestión (parafraseando una pregunta ya clásica en los estudios ontológicos) sería: ¿por qué hay filosofía, y no más bien nada de esto?
Sin duda, que tengamos que hacer este tipo de pregunta es un tanto extraño; ¿por qué habríamos de dudar de lo que se trata la filosofía y de por qué existe? Según las posiciones más universalmente aceptadas sobre su origen, data aproximadamente de los siglos VI o VII A.C. ¿Por qué han pasado más de veinte siglos de filosofía y seguimos tratando de establecer a lo que se refiere y de justificar su existencia? Creo que de estas preguntas podemos obtener dos conclusiones.  Como considero que sería totalmente irracional y una muestra de presunción absurda ir en contra de más de veinte siglos de reflexión sobre el tema, debemos concluir que la filosofía evidentemente existe, pero, si luego de tanto tiempo aún no podemos decir de qué se trata, tenemos que admitir que no tiene objeto alguno. ¿Cómo sería esto posible?
Pues bien, ante este panorama, no queda más que tratar de indagar por su origen, sea lo que ésta sea. Me animaría a conjeturar, en primer lugar, que la filosofía surge de un movimiento en la mente de los sujetos, que es común a la ciencia, al arte y la religión. Este movimiento consiste en ver algo que, en principio, no estaba. Surge como una distorsión de lo que se percibe, de lo que nos es dado. Se trata de una suerte de fractura con lo que se percibe como real. Entonces, el quehacer del sujeto trata de resarcir esta falla. ¿Por qué simplemente no se atiene a las cosas como están? Debemos decir entonces que estas invenciones, entre las que se encuentra la filosofía, aparecen luego de experimentar aversión por la imposibilidad de comulgar con lo que hay.
En este sentido, la ciencia, el arte, la religión y la filosofía emergen como una suerte de resistencia, que se expresa como una especie de esquizofrenia, pero, a diferencia del conocido trastorno psiquiátrico, una de índole conceptual, o de significación. Los esquizofrénicos perciben datos que los hacen creer con seguridad en la existencia de objetos que el resto de las personas no podría evidenciar, por lo que su sentido de realidad se ve modificado. Exactamente lo mismo pasa con estos inventores, solo que en el plano de los significados. Esta diferencia es muy importante, porque el plano del significado no se encuentra en las cosas del mundo, sino en sus bordes.
En un determinado momento de sus biografías, las personas que ejercen en carne propia estas disciplinas (y no tan solo son “profesores”, sino que las incorporan y las viven) comienzan a percatarse que la percepción que tienen de las cosas es diferente y no asimilable a la de todos, y esta diferencia se plasma principalmente en su discurso.
Esta aparición de nuevos planos de significación es el resultado de una búsqueda constante, un permanente análisis de lo que significan las cosas y las palabras, un movimiento que ensaya nuevas conexiones, nuevas formas de acomodar lo dado. En esto descubre nuevas estructuras de percepción (nuevas para el sujeto que experimenta), y por eso modifica su discurso. No pasa por lo que se habla, sino por cómo se lo usa para estructurar el discurso como un todo.
Esto llevaría a la conclusión de que no existen frases o proposiciones estrictamente filosóficas (ni científicas ni artísticas).
Por ejemplo, es habitual escuchar que los físicos tienen una percepción del espacio diferente, eso implica que reaccionarán de otro modo ante un mismo conjunto de proposiciones que hablen sobre el espacio si los comparamos con la gente que no está interesada en el campo. Ellos llegaron a esa percepción del espacio porque comenzaron a vivir como problemáticas ciertas proposiciones referidas a él, y pudieron imaginar a partir de ellas, comenzar a inventar a partir de ellas.
Este estado no supone necesariamente la creación de un lenguaje nuevo, sino una modificación del andamio de significado en el que se sostienen las palabras. Un aspecto bueno de todo esto, y que la diferencia de la esquizofrenia que tratan los psiquiatras, es que al darse en el plano de los significados, puede ser compartida relativamente. Digo relativa, porque el significado que dan los hablantes a las palabras se detecta en el uso que hacen de ella en la totalidad de su discurso, y aunque tenemos por un lado que el lenguaje es público, los sujetos hacen de él un uso particular que, dudosamente pueda ser estrictamente igual al de otro (debería implicar que usarían las palabras exactamente del mismo modo).
Ahora bien, sería necesario concluir entonces que estas cuatro disciplinas que mencionamos surgen como una respuesta de nuestro sistema inmunológico a lo que nos es dado, y que tienen la propiedad de ser relativamente colectivas por darse en el plano del significado. Se aleja mucho del intento por dar una definición, pues no dice absolutamente nada sobre ellas y cómo intentan hacer lo que hacen.
Todo este razonamiento, sin embargo, tiene otro gran defecto. Siguiéndolo estrictamente, deberíamos borrar toda posible barrera entre la ciencia, la religión, el arte y la filosofía. El hecho de que existan como palabras distintas, es suficiente para hacer sospechar a cualquiera que esta tesis se trata lisa y llanamente de un error. Sin embargo, los acusadores seguramente argüirían que se abocan a objetos distintos. Pero aquí se partió de evadir la pregunta por lo filosófico como un objeto. Esta pregunta debería ampliarse a su vez, y preguntar por lo científico, lo religioso y lo artístico. Tal vez esta propuesta descansa en un andamio de significado diferente al acostumbrado. 
Sin embargo, esta excusa no convence del todo. Aunque se hayan removido o trastocado algunos supuestos en lo que suele relacionar a estas disciplinas, es una conclusión demasiado precipitada derribar las barreras que intuitivamente las han separado.
Para apoyar lo que se vino diciendo, remito a las biografías de las grandes personalidades que se han desenvuelto en ellas, donde, al menos, por lo que yo pude dar cuenta, todos estos planos se encuentran entrelazados formando un solo cuadro, y extirpar alguno de ellos obedeciendo a la lógica que los divide por sus objetos, no significaría otra cosa más que una violencia. Seguramente, las relaciones entre éstos ámbitos son de otra índole de la que suele pensarse.

viernes, 13 de mayo de 2011

Cartas a un joven poeta - Rainer Maria von Rilke

 "¿Cómo habríamos de olvidar esos antiguos mitos que están en el comienzo de todos los pueblos, los mitos de los dragones que, en el momento supremo, se transforman en princesas? Quizás todos los dragones de nuestra vida son princesas que esperan sólo eso, vernos una vez hermosos y valientes. Quizás todo lo espantoso, en su más profunda base, es lo inerme, lo que quiere auxilio de nosotros"

Rainer Maria von Rilke, Cartas a un joven poeta

Justine, El cuarteto de Alejandría - Lawrence Durrell

"Por medio del arte logramos una feliz transacción con todo lo que nos hiere o vence en la vida cotidiana, no para escapar al destino, como trata de hacerlo el hombre ordinario, sino para cumplirlo en todas sus posibilidades: las imaginarias"
Lawrence Durrell, Justine, El cuarteto de Alejandría

sábado, 7 de mayo de 2011

Crítica del Juicio - Immanuel Kant

"Bastarse a sí mismo y, por lo tanto, no necesitar sociedad, sin ser, sin embargo insociable, es decir, sin huirla, es algo que se acerca a lo sublime como toda victoria sobre las necesidades" 
Immanuel Kant, Crítica del Juicio

sábado, 30 de abril de 2011

Ernesto Sábato

Tal vez a nuestra muerte el alma emigre:
a una hormiga,
a un árbol,
a un tigre de bengala;
mientras nuestro cuerpo se disgrega
entre gusanos
y se filtra en la tierra sin memoria,
para ascender luego por los tallos y las hojas,
y convertirse en heliotropo o yuyo,
y después en alimento del ganado,
y así en sangre anónima y zoológica,
en esqueleto,
en excremento.

Tal vez le toque un destino más horrendo
en el cuerpo de un niño
que un día hará poemas o novelas,
y que en sus oscuras angustias
(sin saberlo)
purgara sus antiguos pecados de guerrero o criminal,
o revivirá pavores,
el temor de una gacela,
la asquerosa fealdad de comadreja,
su turbia condición de feto, cíclope o lagarto,
su fama de prostituta o pitonisa,
sus remotas soledades,
sus olvidadas cobardías y traiciones.

Ernésto Sábato

viernes, 29 de abril de 2011

Eloisa to Abelard - Alexander Pope (fragmento)

  How happy is the blameless vestal’s lot!
  The world forgetting, by the world forgot.
  Eternal sunshine of the spotless mind!
  Each pray’r accepted, and each wish resign’d.


Alexander Pope, Eloisa to Abelard
 Traducido queda algo como ésto:

  “Qué gozosa es la virginal suerte del inocente
  olvidando el mundo por el mundo olvidado.
  Eterno resplandor de una mente sin recuerdos
  por cada plegaria aceptada, cada deseo abandonado”


 
Es el fragmento que da nombre a la película "Eterno resplandor de una mente sin recuerdos", con Jim Carrey y Kate Winslet, dirigida por Michel Gondry